El Aragón que encuentras

Gobierno de Aragón

El turismo es el principal instrumento para la vertebración territorial de cualquier país. Pero, además de herramienta de vertebración territorial y cohesión social, el turismo es proveedor de emociones, de sensaciones, de recuerdos, de momentos felices, de silencios necesarios y sobre todo de conocimiento y grandeza. Y Aragón, sin duda, es el lugar perfecto para todo eso.

Aragón tiene todos los matices, toda la paleta de colores y sensaciones: el Castillo de Peracense; la colonia romana de Lépida Celsa, en Velilla de Ebro, que nos susurra nuestro pasado; o el núcleo medieval ribagorzano de Montañana, detenido en el tiempo y cada día más vivo e intenso. Aragón es nieve, es ríos, bosques de pinos, hayas, robles, encinas, sabinas; Aragón es pueblo de frutales y cereal, olivo y vid. Es Peña Montañesa, Ordesa, Guara, los Mallos de Riglos, las estepas de Los Monegros, el viejo Belchite, los Órganos de Montoro, la Serranía Ibérica y un complejo abanico que lo hace único.

Aragón es lugares únicos, como San Juan de la Peña, la Catedral de Jaca, con su bello museo; Canfranc, su estación internacional, el municipio de Alquézar. Nuestros castillos: los árabes de Calatayud o la Aljafería, los románicos de Loarre o Sádaba, el del Papa Luna en Illueca, el templario de Monzón y el calatravo de Alcañiz. 

Aragón es San Pedro el Viejo en Huesca, Sijena, el Pilar y La Seo, Veruela. El abrazo de las tres culturas en Daroca. Albarracín, el Matarraña, el Maestrazgo. La nieve y las estrellas de las sierras de Gúdar y Javalambre. Es Goya, Buñuel, Labordeta, Costa y nombres interminables que han hecho de Aragón un pueblo de hermosas contradicciones. 

Aragón es el mozárabe del Serrablo; el mudéjar, el románico y el modernismo.

Aragón es eso y mucho más: es vida e historia; es gastronomía y cultura; es color y altura. Es vida.