La salud ocular de los niños, clave para un buen rendimiento escolar
El IMO, centro de referencia en oftalmología infantil, alerta del elevado porcentaje de patología oculta y aconseja revisiones periódicas y consultar al oftalmólogo ante dificultades para leer, estudi
Además de las revisiones rutinarias, los oftalmólogos y optometristas recomiendan recomiendan estar especialmente atentos a determinados síntomas, que no siempre se asocian con problemas visuales, como dificultades en la lectura o en las tareas escolares o dolores de cabeza recurrentes. Las cefaleas, el cansancio o el fracaso escolar están relacionados con la visión con mucha más frecuencia de lo que la gente sospecha.
La hipermetropía puede pasar fácilmente desapercibida porque los niños suplen este defecto forzando la acomodación (capacidad de enfoque del cristalino), un ejercicio que es la causa de los dolores de cabeza, la fatiga visual, el enrojecimiento ocular, el escozor o el lagrimeo que suelen asociarse a este problema de visión. Es por ello que se aconseja llevar a los niños a que se revisen frecuentemente en el oftalmólogo, ya que algunos síntomas como dificultad en la lectura o dolores de cabeza recurrentes pueden significar que tengan problemas oculares.
Es el caso del 10 % de los 1.144 niños revisados por la Fundación IMO en el último Festival de la Infancia, celebrado el pasado invierno. Los controles básicos de agudeza visual realizados por un equipo de ópticas optometristas del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) permitieron detectar posibles problemas en un total de 116 niños, que, en su práctica totalidad, no llevaban corrección óptica ni habían sido diagnosticados previamente. El 44% de los problemas detectados fueron ambliopías (diferencia considerable de agudeza visual entre ambos ojos). También se diagnosticaron cinco casos de estrabismo (desviación ocular). Todas estas cifras ponen de manifiesto una vez más la importancia de las revisiones periódicas para detectar los posibles problemas oculares de los más pequeños.
El estrabismo infantil
Un defecto visual frecuente en los niños es el estrabismo, que consiste en la pérdida de paralelismo de los ojos, de modo que cada ojo mira en una dirección. En ocasiones, uno de los ojos es el dominante y el otro se desvía, pero también puede ocurrir que exista alternancia ocular, es decir, que a ratos se mire con el ojo derecho (desviando el izquierdo) y a ratos, con el izquierdo (desviando el derecho). La consecuencia más grave del estrabismo es la ambliopía u ojo vago. Se produce porque, para evitar ver doble, el cerebro del niño suprime la visión de uno de los ojos. De esta manera, el ojo que usa menos se va volviendo vago. Otra consecuencia del estrabismo es la pérdida de la visión binocular, es decir, la capacidad de ver en relieve, calcular distancias y ver en 3D. Además de lo estrictamente fisiológico, cabe considerar la carga estética y psicológica que supone para nuestros hijos tener un ojo desviado.
El tratamiento consiste en corregir la causa (estrabismo, defecto refractivo, caída del párpado...) y, a la vez, en hacer trabajar al ojo vago, penalizando al ojo sano. La fórmula que ofrece mejor resultado y con mayor rapidez es la oclusión del ojo sano con un parche durante un período de tiempo que dependerá del grado de ambliopía y de la edad del niño, según explica la Dra. Ana Wert, especialista en oftalmología pediátrica del IMO.
El estrabismo no se puede prevenir pero se puede detectar de forma precoz. Los padres del niño suelen ser los primeros en darse cuenta de la desviación ocular. A menudo, el estrabismo se presenta de forma intermitente, siendo más frecuente en estados de cansancio o debilidad: fiebre, sueño, etc. Para poder corregir adecuadamente el estrabismo, es muy importante detectarlo antes de los siete años. Aunque la corrección de la desviación puede hacerse después de esta edad, ya no se recupera la visión del ojo afectado.
El ojo vago
Consiste en la baja visión de uno o ambos ojos por una falta de uso en el periodo de desarrollo visual (antes de los ocho años, aproximadamente). Es una patología que se origina en la infancia, pero si no es diagnosticada y tratada precozmente, puede prolongarse durante la edad adulta Los padres, profesores o cuidadores pueden sospechar ante un comportamiento visual anómalo si, por ejemplo, el niño no identifica de forma adecuada a los familiares en distancias largas, se acerca mucho los objetos a la cara o desvía un ojo. En la mayoría de las ocasiones, al ver bien por uno de los ojos, el niño se desenvuelve con total normalidad y la ambliopía no es detectada hasta que se acude a una revisión con el oftalmólogo.
Todos los niños deberían someterse a una revisión oftalmológica para descartar la ambliopía hacia los tres años de edad, advierte la especialista del IMO. Es necesario hacer un diagnóstico precoz y poder tratar con garantías el ojo vago y evitar la continuidad de la patología en edad adulta.
El oftalmólogo pediátrico puede realizar la exploración para descartar esta patología a cualquier edad, por pequeño que sea el niño, y aunque no colabore.
Los defectos refractivos en la infancia
Los defectos de refracción se corrigen añadiendo la corrección deficiente. Puede realizarse mediante lentes correctoras en gafas, lentillas o cirugía refractiva. La elección de uno u otro método dependerá de la edad del niño, tipo de defecto y necesidades del paciente. Las opciones son analizadas de forma conjunta con los padres, siendo de primera elección la utilización de gafas. Los defectos refractivos o defectos ópticos miopía, hipermetropía o astigmatismo comportan una mala visión por el desenfoque de los objetos en la retina. Si no se corrigen, sus efectos son especialmente nocivos en los niños, ya que durante los primeros años de la vida es cuando se desarrolla la visión. Cualquier causa que comporte mala visión de uno o los dos ojos durante la infancia, como es el caso de los defectos refractivos, puede desembocar en un problema de ojo vago. Cuando el niño tiene hipermetropía, astigmatismo o miopía, la imagen que llega al cerebro no es nítida. Al no recibir el estímulo visual de ese ojo de forma adecuada, el cerebro escoge la visión del ojo con menor defecto refractivo y anula o deja de utilizar el otro.
Los padres, profesores o cuidadores pueden notar que el niño no ve bien porque, por ejemplo: se acerca mucho a los objetos, se mueve de forma torpe o no le llaman la atención las cosas lejanas.
En otras ocasiones, es en una revisión escolar o pediátrica cuando se detecta el problema. Los defectos de refracción no se pueden prevenir, pero es importante detectarlos precozmente (en casa, en la escuela o acudiendo al pediatra). Después será necesario diagnosticar el problema óptico mediante una exploración por parte del oftalmólogo u optometrista. Para una correcta valoración, la visión de los niños se explora mediante colirio dilatador lo que les impide acomodar o compensar parte de su defecto óptico, y conocer así la totalidad de las dioptrías existentes.
TABLA DE REVISIONES OFTALMOLÓGICAS RECOMENDADAS EN NIÑOS
AL NACIMIENTO
Descartar anomalías congénitas: glaucoma congénito, catarata congénita, malformaciones, tumores, estrabismo congénito, ptosis congénita.
A LOS 3-4 AÑOS
1ª exploración ocular completa
Agudeza visual (ojo vago)
Motilidad ocular (estrabismo)
Graduación con gotas
Fondo de ojo
DE LOS 3 A LOS 10 AÑOS
Revisión anual
DE LOS 10 A LOS 16 AÑOS
Revisión cada dos años